martes, 27 de julio de 2010

El Gringouu no es como lo pintan


Hablar del espíritu de la época en la que vivimos puede remontarse a hablar de violencia, lucha de poderes, pérdida de humanismo, narcotráfico, avances científicos y grandes charlatanerías que han envuelto a millones de personas alrededor del orbe.
Zeitgeist es un proyecto sin fines de lucro que creó el multifacético Peter Joseph; este hombre nació en la cuna de una familia de clase media en Carolina del Norte, actualmente vive en Nueva York y se desempeña como escritor, productor y director de películas.
El documental que presenta el intelectual norteamericano se divide en tres secciones. La primera La historia más grande jamás contada hace referencia a una institución que a lo largo de los años ha servido como manipulador de la gente, la iglesia.
Actualmente vivimos en una época de fanatismo en todas las religiones, un ejemplo de ellos son los musulmanes, que a su vez se dividen en tres grupos, el grupo radical es el que defiende a capa y espada sus valores religiosos, sin importar morir con tal de luchar por la causa, que según ellos es justa y valida.
En México un grupo de impostores que han llegado bajo la bandera del cristianismo puro son los brasileños con su Pare de Sufrir; ellos en sus cultos hacen distinción en la gente que más dinero da para apoyar a la congregación hasta el grado de ponerlos de ejemplo con los demás miembros de la orden religiosa, además de presionar a los que dan poco para que den más, utilizando como pretexto que entre más das, más bendiciones te dará el señor.
Regresando al tema del documental, Joseph hace comparaciones con los mitos egipcios, en donde la historia del Rey Sol presenta situaciones parecidas con lo que vivió Jesús en su estancia por tierras mortales hace más de 2000 años.
“El cristianismo, junto con todos los demás sistemas teístas de creencia, es el fraude de la era. Sirvió para separar las especies del mundo natural e igualmente el uno del otro. Respalda la sumisión ciega a la autoridad. Reduce la responsabilidad humana al efecto de que «Dios» controla todo y crímenes a su vez terribles se pueden justificar en nombre de la divinidad. Y lo más importante, faculta a aquellos que sabiendo la verdad, utilizan el mito para manipular y controlar sociedades. El mito religioso es el dispositivo más potente que jamás se haya creado, y sirve como terreno psicológico sobre el que otros mitos pueden florecer”
El párrafo extraído del audio del documental me parece de suma importancia, ya que en el engloba y resume la primera parte del largometraje y dice que la iglesia utiliza al mito para manipular a la gente, con esto se puede volver a épocas precarias en las que las sociedades inventaban historias para explicarse el porqué de las cosas. Si se hace la relación con lo que vivimos hoy día las cosas no han cambiado mucho, el miedo a lo desconocido y la tendencia a inventar historias o achacar lo inexplicable a las deidades sigue siendo una constante.
La segunda parte de Espíritu de Época se llama Todo el mundo es un escenario. En ella, el director plasma la idea de que actos terroristas como el 11-S en Nueva York o el ocurrido en la capital del Reino Unido el 7 de julio de 2005 son solo cortinas de humo para disfrazar las estrategias geopolíticas de las grandes potencias.
Recordarle aquella mañana de 11 de septiembre a algún ciudadano estadounidense puede ser peligroso, ya que, no es necesario decir que la nación de América del Norte entró en pánico por lo que acababa de ocurrir en el Word Trade Center.
El autor propone que esa tragedia matutina en la gran manzana fue un montaje por parte del gobierno yankee para justificar sus planes de expansión por oriente medio, parte muy bien conocida por el padre del que era presidente de la nación de las barras y las estrellas, George W. Bush.
Esta idea ha causado grandes críticas por parte de los medios del mundo, a tal grado que el director de la película ha recibido amenazas de todo tipo y en repetidas ocasiones.
Por otra parte del lado europeo, el gran aliado del gigante americano, también tuvo su episodio de caos en Londres, cuando cuatro bombas estallaron en el sistema de transporte colectivo, dejando a 700 heridos y 56 personas muertas.
Después de este lamentable suceso, Peter Joseph reafirmó su teoría de que solo se trataba de una distracción para el pueblo del Reino Unido, ya que en cuestión de meses se anunció que los dos países de habla inglesa seguirían en las campañas contra los terroristas en Irak, Afganistán y ahora tenían entre ceja y oreja a la potencia en armas de destrucción masiva, Irán.
El tercer capítulo de Zeitgeist denominado No prestes atención a los hombres detrás de la cortina tiene relación con algunas partes de lo presentado en la segunda parte, ya que toma como primicia que los gobiernos plantan el miedo en la gente para obtener los resultados o beneficios que ellos esperan.

“En efecto, la manipulación de la sociedad a través de la generación de miedo y división ha desvinculado completamente a los seres humanos de su sentido del poder y la realidad. Este proceso ha ocurrido durante siglos, si no milenios: la religión, el patriotismo, la raza, la riqueza, clase y cualquier otra forma de identificación arbitraria y separatista, así concebida ha servido para crear una población controlada y totalmente maleable en manos de unos pocos. Divide y vencerás es el lema. Y mientras la gente siga viéndose a sí misma desvinculada de todo lo demás, se presta a ser completamente esclavizada”

A mi parecer, el párrafo que presento define perfectamente la última parte de la historia. Se puede volver al tema de Estados Unidos en el caso de plantar el miedo en los habitantes para poder manipular de una mejor manera.
En el aspecto racial podemos trasladarnos en la historia a la época nazi alemana, en donde la raza aria era la mejor y por el solo hecho de pertenecer a este sector racial ya tenías el derecho de pisotear a los que no fueran de tu misma casta.
En México, los habitantes se sienten desvinculados con las decisiones que toman los gobernantes y prefieren entretenerse con cosas más banales como las telenovelas o el futbol. Haciendo referencia a este último párrafo podemos citar al casi filósofo Vicente Fox Quesada (ex presidente de México) quien incitaba a los ciudadanos a no leer el periódico para poder ser felices, este caso es solo por citar uno de su gran repertorio de incoherencias.
“Los hombres detrás de la cortina lo saben y también saben que si la gente se da cuenta de su verdadera relación con la naturaleza y su verdadero poder personal, todo el zeitgeist manufacturado del que son presos (la gente), se derrumbará como un castillo de naipes”
¿Es tiempo de quitarnos la venda de los ojos y pugnar realmente por una sociedad que no solo vele por los intereses de los más ricos?

Guiñando la Redacción

Un ensayo consiste precisamente en deshilar una idea y argumentar una tesis sobre cualquier tema del que se sepa lo suficiente como para convencer al lector. Eusebio Ruvalcaba, en el séptimo volumen de la Biblioteca del Periodista, se dedica justo a eso: regala 5 ensayos que en su particular estilo, desenfadado e irónico, desentraña los temas que atañen a su oficio: escribir y leer.

            Con un lenguaje coloquial, fácil de digerir y atractivo para el lector, el también autor de Un hilito de sangre y Desde la tersa noche, aclara al lector que el principal requisito para ser un buen lector es: “Habrá de leerse por placer”, aunque advierte que hay algunas otras razones por las que un sujeto se acerca a un libro, como la necesidad de borrar la ignorancia o la búsqueda de identificación con los personajes.

            En este primer ensayo, Ruvalcaba transmite al lector el gusto que lo llevó a acercarse a la lectura y que la transformación de su vida, fue inminente. Habla también de las necesidades que tiene cada lector y de cómo hay lecturas para todo tipo de público, para quienes buscan poesía o para quienes se acercan en la búsqueda de aventuras que sólo una novela policíaca podría otorgarle.

            El segundo ensayo, que muy sencillamente titula “La escritura”, el autor tapatío desenmaraña la idea de lo necesario que es que quien se dedica a escribir, lo haga a sabiendas que tiene algo que decir. “Escribir es un insulto para los que  nada tienen que decir” –sentencia y advierte que no cualquiera puede ejercer el oficio–.

            Es duro con la actividad que profesa el escritor, la tacha de ingrata y hasta de inútil, pero al mismo tiempo ennoblece la profesión y lo describe incluso como un “acto conservador” en el que se vive hasta las últimas consecuencias. Quien fuera hijo del violinista Higinio Ruvalcaba, culmina su ensayo de la única forma que alguien que ama su trabajo podría hacerlo, señalando que “escribir es, en el peor de los casos, asirse de la vida para no enloquecer”.

            La tercera parte está dedicada a un asunto pocas veces fácil de definir, “El talento”, el autor, quien también tuvo una columna musical en el suplemento Laberinto del periódico Milenio, considera al talento como “prescindible para escribir”, pues argumenta que en el medio existe gente que escribe sin él y gente que no podría separar su nombre de aquél tan ansiado adjetivo.

            Habla de lo tramposo que es creerse talentoso, de la falsa seguridad que le proporciona al escritor y la facilidad con que le quita a éste la capacidad de asombrarse de la vida, además de lo fatal que resulta esto en la imaginación de quien se dedica a las letras.

Explica también que la tenacidad puede ayudar cuando el talento no viene a borbotones, que la astucia y el trabajo continuo son, a veces, mucho más valiosos que lo efímero de un talento que puede convertirse en el peor enemigo del escritor.

El cuarto ensayo es una suerte de composición de lo que la escritura significa por sí misma para Eusebio Ruvalcaba, de cómo el gozo de escribir radica precisamente en la escritura y de la importancia de que sea el placer y no la búsqueda de talento o fama lo que motive al autor a realizar un texto, sea de la índole que sea.

“Creo”, como lo titula, tiene un desarrollo diferente a los ensayos que le preceden, está dividido en dos partes y a su vez, ésta estructurado en incisos, (que cambian un poco el estilo del texto) esto le sirve para dar las distintas perspectivas desde las que ve no sólo la profesión sino a los sujetos que la ejercen y los riesgos del ambiente en el que se desenvuelven.

Finalmente cierra la serie de ensayos con uno que da título a todo el volumen: “60 guiños literarios”, que son justamente eso, sesenta recomendaciones o premisas que el autor expone, en los que habla desde el lector, que define como “la persona que más respeto le habría de merecer a un escritor”, pasando por recomendaciones como no abusar de los diálogos y culminando con el buen uso del lenguaje y la importancia de los idiomas.

Eusebio Ruvalcaba conjuga ironía y conocimiento del oficio del escritor, de ese que teclea por placer y que lee por necesidad, de ese que piensa en quien lo lee y que sabe que la fama es un arma de doble filo que siempre termina degollando el talento y cercenando la imaginación.