lunes, 28 de junio de 2010

Un respiro en la rutina

Mi amada Lucía Rivadeneyra dice que no hay cosa más vieja que un periodico del día de ayer jaja. Hoy me dedicare a subir mis textos pasados, tal vez carecen de relevancia hoy (porque se trata de eventos que ya pasaron) pero espero que lo disfruten.

La extensa comunidad universitaria está a punto de salir a un periodo vacacional de semana santa que promete mucho, por eso, no es un viernes normal, cientos de alumnos huyen despavoridos de sus facultades buscando un lugar en donde resguardarse de las presiones que se rehúsan a dejar sus cabezas, una forma de contrarrestarlo es buscar un respiro en forma de tarro, otros sólo buscan un lugar en donde charlar y convivir un poco antes de emprender viajes o simplemente para despedirse ante la semana de descanso que comenzará pronto.


No tan lejos, justo en frente de la torre de humanidades, algo se está fraguando… la gente camina hacia el gran pero austero escenario que se ha montado, son las 10:30; muchos compañeros interesados y uno que otro curioso empiezan a abarrotar la zona de pasto del campus universitario, es la primera vez que hay un concierto en dicho lugar.

En punto de las 11 de la mañana inicia el último concierto de temporada Mírate en la OFUNAM (Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México); bajo la batuta del joven Rodrigo Macías se reproducen las notas de La entrada de la reina de Saba de Georg Friedrich Händel y poco tiempo después llega la Obertura de El barbero de Sevilla para encantar y mantener en el asiento improvisado a los cientos de asistentes.

En el momento más emotivo del concierto, apareció la famosísima canción Bésame Mucho de la compositora mexicana Consuelito Velázquez, algunos enamorados hacían honor a la canción, otros simplemente la cantaban; lejos de estar en un concierto, parecía una clase de música, gracias a Alejandro Guzmán Rojas –director ejecutivo de la OFUNAM- quien al finalizar cada melodía, daba pequeñas pero concretas explicaciones de los tonos e instrumentos que componen la orquesta.

Para terminar ese medio día salpicado de emociones, se interpretó el Huapango de Juan Pablo Moncayo, mientras se escuchaba la canción, los asistentes disfrutaban de la interpretación, tanto, que en sus caras se podían ver sonrisas, otros pocos imitaban el sonido de los instrumentos de aire, dejándose llevar por el estruendo organizado que estaba llegando a su fin.

¡Otra! ¡Otra! ¡Otra! -se escuchaba al unísono-, los integrantes volvieron a tomar sus instrumentos y repitieron el Huapango. Después agradecieron y a ritmo de Goya dieron por terminado el recital.

Los miembros de la comunidad universitaria, después de tan exquisito manjar musical se fueron diluyendo casi imperceptiblemente en la inmensidad de su ciudad universitaria, hasta dejar casi desierto el pasto que pronto se convertiría en un campo de futbol para otro sector de esta multicultural universidad.

2 comentarios:

  1. Bueno... ya está de más hablar... pero igual, felicidades! En su momento ya se dijo lo que se debía. =)

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  2. Besame... besame mucho ... como si fuera esta noche la ùltima ves ... Esto es fantastìco ... Me encanta cada lìnea y es un bello espejo de ese lindo momento!! Eres un excelente escritor!!

    Andy

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